La tercera temporada de Carlos Sainz en Ferrari puede considerarse la mejor desde que llegó a Maranello. Por fin alcanzó el punto de adaptación que necesitaba para arañar las últimas décimas al rendimiento del monoplaza y poder decir que sacaba el máximo del coche. En 2023 fue el único no Red Bull capaz de sumar una victoria. Fue en Singapur donde la buscó y la mereció desde el primer entrenamiento libre.
Todo iba bien, dentro de lo que cabe, porque en Italia lo único que vale es ganar. Sainz estaba a la misma altura o incluso mejor que su compañero Leclerc, algo impensable para muchos. De hecho, estar tan igualados provocó ciertas reticencias dentro de la escudería porque nadie en el seno de la estructura italiana contaba con el buen rendimiento del madrileño. Hasta la penúltima carrera del calendario, Sainz estaba haciendo un papel impecable. Sin embargo, todo se estropeó en los dos últimos asaltos de la temporada. Y lo peor es que el desencadenante de un final de año tan flojo fue una alcantarilla mal sellada… En la FIA no entendieron las circunstancias y obligaron a Ferrari a reparar el coche y a cumplir las sanciones correspondientes con todo lo que eso conllevó: salir desde las últimas posiciones en un circuito donde adelantar y remontar no era fácil. Todo fue mal. Y la racha continuó siete días después en Abu Dabi. El coche no iba bien, todavía renqueante y no afinado del trompazo de Las Vegas, y volvió a sufrir a final de parrilla. Todo lo contrario que su compañero Leclerc, que estuvo más listo, jugó sus cartas y tuvo un brillante final de año con una conducción agresiva y eficaz que le dio los puntos suficientes para terminar por delante de Sainz en el Mundial de Pilotos. Algo que, al menos, justifica ser considerado el primer piloto. De no haber ocurrido esto, como prácticamente parecía hecho, el monegasco hubiera perdido muchos puntos y Sainz habría asaltado el mundo Ferrari con su rendimiento. Leclerc lo pasó mal por la falta de rendimiento del coche y por el empuje de su compañero, que ganó un Gran Premio, hizo varias «pole» y casi siempre fue por delante en el Mundial.
Ambos pilotos están negociando la renovación de sus contratos, ya que los dos terminan a finales de 2024. Para muchos en la F-1 se trata de un error estratégico del entonces director Mattia Binotto, que firmó sendos contratos con el mismo día de finalización. Esto puede tener consecuencias a la hora de negociar. Veremos quién saca mayor tajada de la situación. Eso sí, Sainz ya ha dicho en repetidas ocasiones que quiere empezar la temporada 2024 sabiendo lo que hará en los próximos años.
Es decir, deja entrever que tiene o podría tener otras opciones… ¿Red Bull? ¿Audi? ¿Aston Martin? En el primero la opción de Checo Pérez empieza a ser considerada fugaz. De hecho, se rumorea que le han dado hasta mitad de temporada para demostrar que puede ser un buen escudero de Verstappen, aunque el holandés realmente no lo necesite. Al menos la temporada pasada no fue así. No ocurrió lo mismo en 2021 cuando una defensa legendaria del mexicano ayudó a Verstappen a remontar en Abu Dabi. Otra cosa fue lo que luego ocurriera con el coche de seguridad.
En Audi, lo que ahora es Alfa Romeo, estarían encantados de recibirle y preparar juntos una nueva aventura junto a Andrea Seidl, que ya trabajó con él en McLaren y es el piloto tipo que prefiere el alemán.
Y en Aston Martin la opción de Lance Stroll cada vez es menos potente. Ver a Alonso y Sainz juntos al menos un año no sería descabellado. En Maranello rezan para tener un monoplaza competitivo, que esté a la altura del Red Bull y puedan luchar de tú a tú. La tremenda degradación de los neumáticos ha sido el principal problema del coche esta pasada temporada. Una cuestión que Sainz, dentro de unos límites, supo resolver mejor que Leclerc, además de leer mejor los planteamientos que se iban dando en las carreras. ¿Cambiarán Sainz o Leclerc de ingenieros de pista? En el caso de Leclerc puede que el español Marcos deje el testigo a otro.
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