Se atrapa antes a un mentiroso que a un cojo

El trípode Pero Sánchez y sus corifeos no se contentan con estar mintiendo continuamente respecto a lo que sostenían antes de depender de los votos de Puigdemont, Junqueras, Ortuzar y Otegi, sino que pretenden tomar a los españoles literalmente por imbéciles, en una falta de respeto sin paliativos. La llegada de Sánchez a la primera línea de la política no es una simple novedad propia de la alternancia (que no alternativa) de una democracia liberal y parlamentaria. Con él ha llegado algo más: una ruptura de las prácticas políticas en materia de pactos y políticas de Estado que desde 1978 se han mantenido por todos los Gobiernos de España; los de centroderecha de la UCD y el PP, con Suárez, Calvo Sotelo, Aznar y Rajoy, y por los socialdemócratas del PSOE, con Felipe González. Con Zapatero se produjo una inflexión, pero con Sánchez ha sido la ruptura total. Ya mostró a las claras la presencia de ese nuevo PSOE con su acceso al Gobierno mediante una moción de censura con la exigua cifra de 84 diputados, apoyado en los comunistas populistas de Podemos –genuina «hechura» del chavista Grupo de Puebla–, en los separatistas golpistas, y en los bilduetarras de Otegi. No le faltó ni la coartada de un infame juez –en una actuación propia de un «lawfare sanchista»– ni la colaboración felona del PNV, que fue la guinda de ese pastel cocinado al gusto de la Open Society de su amigo Soros y de sus mediadores internacionales, en la actualidad al servicio de Sánchez y Puigdemont. Esa «sociedad abierta» exige eliminar fronteras europeas; aplicado a España significa quitar las suyas para levantar muros con Cataluña, el País Vasco y Navarra de la mano de sus aliados ERC, Junts, PNV, Geroa Bai, y Bildu, todos ellos coordinados por el PSOE. Pero Sánchez y sus corifeos no se contentan con estar mintiendo continuamente respecto a lo que sostenían antes de depender de los votos de Puigdemont, Junqueras, Ortuzar y Otegi, sino que pretenden tomar a los españoles literalmente por imbéciles, en una falta de respeto sin paliativos. Ante la ignominia de quitar a UPN de la alcaldía de la capital de Navarra para entregársela a Otegi, se atreven a sostener que este hecho no tiene nada que ver con sus votos gracias a los que accedió a La Moncloa en 2018 y por los cuales allí sigue durmiendo y al parecer muy tranquilo: ¿Recuerdan que dijo que era imposible hacerlo con Iglesias en el Gobierno? Pero ya es sabido que «antes se coge a un mentiroso que a un cojo», y han dejado incluso prueba documental de su preparada compraventa de Pamplona. Resulta que el 30 de noviembre Sortu ya había comunicado a la Delegación del Gobierno una concentración ante el Ayuntamiento «casualmente» para el 28 de diciembre, día de la moción.

Antonio Carbajal
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